Mi cuerpo no fue mío
Imagen - Fernanda Ballesteros
¿Qué pasa por nuestras mentes cuando nos vemos en el espejo?
Esa imagen que vemos a diario, esa que hemos ya perdonado con lágrimas y aprendido sanar. No conozco una sola mujer que no haya tenido esa voz en su interior que por años le repitió constantemente puras falacias.
Y es que no, nuestro cuerpo no fue nuestro. A las mujeres desde que nacemos y desde muy pequeñas, los sistemas patriarcales nos enseñan lo que es y lo que no es nuestro cuerpo. Bajo una educación conservadora y religiosa nos mostraron para lo que sirve, cómo debemos vestirlo para vernos bien y cómo debemos actuar con el.
Nos dicen que seamos “más mujeres“. ¡Ah, pero no demasiado!. Eso sí, aquello no.
Nos dicen que nos “demos a desear“ y que tengamos mucho cuidadito con lo que nos ponemos al salir a la calle.
Nos dicen que no seamos unas putas pero que tampoco seamos mochas.
Nos dicen que seamos madres, pero no nos dejan decidir cuándo.
Deciden sobre nuestros cuerpos bajo falsas protestas color azul cielo y muy poco les importa nuestro verdadero bienestar.
Y mi favorita: Nos dicen que cuidemos nuestro peso para vernos más bonitas. ¿Ser gorda? ¡Ni pensarlo!
Yo ya he perdido la cuenta de las dietas que he hecho y sigo haciendo. Miles de rutinas de ejercicio y suscripciones al gimnasio sin una intención de estar sana sino flaca.
Fue hasta hace poco que concilie la temida realidad - nunca fui delgada y sé perfectamente que nunca lo seré- deal with it!
La Gordofobia primero la escuché de otras personas pero luego también vino de mí misma. Terminé por interiorizar este concepto en donde tener sobrepeso era sinónimo de estar mal.
“TIENES UNA CARA MUY BONITA pero tu cuerpo, uy, ese no lo queremos ver. Nos da asco”.
¿Por qué pensamos que comentar sobre los cuerpos ajenos es un tema de conversación?
¿Desde cuándo se convirtió en un sentimiento el estar gorda? Nos sentimos así pero, ¿por qué?
¿Cuántos años pasaron- y seguirán pasando para muchas- en donde permitiremos que eso nos defina?
Generaciones de mujeres que se odiaron a sí mismas por el reflejo de un espejo.
Luchamos por alcanzar eso que ni siquiera existe y que en realidad NUNCA EXSTIÓ.
Imagen - Fernanda Ballesteros
MI CUERPA ES MÍA
C U E R P A:
Reapropiación del lenguaje de los cuerpos y de nuestras formas en espacios literarios y metafóricos.
Mi cuerpa ha sido mi pareja oficial en esta cuarentena. Creo que muchas estamos igual, sobre todo las que vivimos solas. ¿Y saben qué? Ha sido todo un viaje en el que aparte de odiarme y amarme a mí misma, también he sido capaz de iniciar una conversación con sus contornos como nunca antes:
Si me siento triste, llora conmigo.
Cuando estoy feliz, nos reímos también.
Me acompaña-o y me abraza -o
Bailo; bailamos
Si se enoja, gritamos
Y si me estreso, me lo saca a patadas, literal.
Ya poco me importa el tamaño de mis muslos o cuántas estrías tengo. Tampoco me quita el sueño sentir las lonjas en las que me acuesto todas las noches.
Usar pantalones se ha vuelto cada vez menos común en esta casa. Ahora me disfruto más que nunca yo sola con mi cuerpa – incluso sin ropa – y pasamos esas ya interminables tardes las dos: sin interrupciones o invitados no invitados.
Lección de pandemia número ya perdí la cuenta de tantos pinches veintes que me han caído:
Descubrir que mi cuerpa en realidad SÍ es mía y que solo por eso ya es perfecta.
YO DECIDO
Desde la soledad y la oscuridad, nos toca dejar de sentirnos incómodas en nuestra propia piel y empezar a vivir la CUERPA en tiempo presente.
Sin miedo ahora la enseñamos para que todos aquellos que no nos quieren ver, no solo nos vean sino que también nos observen de cerca. Que vean crecer nuestras raíces y también nuestros jardines variados – donde unos son de flores y otros tienen espinas.
Resistimos a la violencia sistemática contra nuestras cuerpas a través de nuestra propia carne, porque aunque durante estos meses ya nos han privado de muchas cosas - entre ellas de nuestra propia libertad - es ahora más que nunca que tenemos que ser rebeldes.
Mostremos nuestras cuerpas como realmente son: VIVAS, Libres y sin miedo.
LA DECISIÓN DE LO QUE HAGO CON MI CUERPA ES MÍA.
TODAS LAS CUERPAS SON HERMOSAS EN TODAS SUS FORMAS.
TENGO AUTONOMÍA: YO SOY MÍA
Los cuerpos que antes ocupamos en los distintos espacios de la ciudad y que incluso a veces hasta llegamos a frotarlos contra otros cuerpos ya no existen.
Nuestras cuerpas son ahora nuestros propios espacios de interacción
¿Soy yo o La I N T I M I D A D F E M E N I N A ha cobrado un nuevo significado dentro de estas 4 paredes?
TENGO:
A M O R - P R O P I O : No me siento sola, no estoy sola. Descubrí que el autoerotismo es el espacio más seguro para explorar la sexualidad y brindarnos el placer que merecemos.
MIS PROPIAS N E C E S I D A D E S : Romper con los patrones de competencia y la falsa idea de necesitar de otro cuerpo para experimentar placer.
R E S I L I E N C I A : Nos toca vivirla, celebrarla pero sobre todo RECONOCERLA. Ser capaces de sobreponernos y adaptarnos luego de experimentar alguna o mejor dicho muchas situaciones inusuales, inesperadas y desafortunadas- como por ejemplo una pandemia o simplemente ser mujer en este país.
PORQUE NO, ¡TE DIJE QUE NO!
Ya estuvo. Estoy harta- estamos hartas. Bajo el falso estandarte de lo “que es bueno” nuestras cuerpas ya están cansadas de pedir perdón por el simple hecho de mostrar lo que somos y en lo que creemos…
¿Y para qué? ¿Para que sigan lucrando con nosotros y legislando nuestros derechos?
PENDEJO NO!
Hoy toca gritar cien veces más no, hasta que nos escuchen y se harten de nosotros. Hasta que resulte tan incómodo que ya ni nuestras mismas familias o amigos nos soporten.
Decimos que no a la legislación de nuestros cuerpos. No a la maternidad por obligación. No a lo que esperaban de nosotras. No a los falsos estereotipos de belleza. No a la gordofobia. No a sentirnos menos. No a quedarnos calladas. No al machismo. No al patriarcado.
En todos los sentidos, tiempos y espacios que aún nos pertenecen a pesar de la pandemia, por si aún les quedaba algo de duda, decimos una y otra vez NO ES NO.
No soy invitación
No soy tu posesión
No soy tuya